martes, 26 de junio de 2018

Wittgenstein

Al comienzo de aprender, digamos el zen, la montaña y el río, son la montaña y el río, luego, mientras se aprende el zen, la montaña y el río dejan de ser montaña y río, para al final, cuando ya se ha aprendido el zen, vuelven a ser, montaña, montaña, y río, río (Comentario de Samuel Cabanchik).

¿Qué es lo propio de la filosofía?, reconocer en un tercer momento, lo que ya estaba ahí desde el comienzo pero no se podía apreciar, y darse cuenta que al final no había ninguna profundidad sino que la profundidad estaba generada por el mismo movimiento de, perder el objeto que se daba de entrada, en este caso la montaña y el río, para finalmente recuperarlo y tenerlo por primera vez.

Se hace filosofía para dejar de hacerla. Pero en el movimiento se encuentra una comprensión que antes no se tenía.



lunes, 25 de junio de 2018

El Fin de la Infancia de A. C. Clarke

En el edad más auto-destructiva de toda la historia de la humanidad, tras años de crisis global, gestada por el culto al egoísmo y al poder, solo una inesperada pero majestuosa llegada que se posa sobre la faz de la tierra por encima de todos los hombres, supone un cambio, motivado por lo que parece ser una bien-intencionada inteligencia superior, que ha llamado únicamente a un hombre, el líder de las naciones en la tierra, para que sea su interlocutor con el resto de la humanidad.
Pasados los años, y sin dejarse ver jamás por hombre alguno, esta súper-inteligencia que fue paulatinamente aceptada desde su estratosfera, demuestra su capacidad para acabar con la crisis y la guerra mundial, y guía a la humanidad a un auge sin precedentes, a una utopía, en donde quizás el único conflicto permanente era la curiosidad característica del hombre por llegar a conocer a esos seres súper-inteligentes, habiendo aceptado ya la idea de ser felices pero sumisos, en lugar de libres pero autodestructivos.
Entonces, luego de un plazo de 50 años más, que aparentemente pretendía su plena aceptación, estos seres nunca vistos, deciden por fin, revelarse físicamente a la humanidad en un acto majestuoso, y bajando desde su estratosfera, finalmente se dejan ver, causando una conmoción general impresionante, pues su aspecto es el del vivo demonio que ha sido ilustrado inmemorablemente como la fuerza del mal.
Sin embargo, la verdadera aceptación de estos seres, únicamente sería llevada a cabo por los más niños de la sociedad, llevando esto al desprendimiento de ataduras biológicas y de la mente consciente, para con el tiempo dar lugar al desarrollo de facultades psíquicas en estas poblaciones, en lo que supone el fin de la infancia de la humanidad y el comienzo de una nueva era, en donde las personas ya evolucionadas desaparecen de la faz de la tierra, y son llevados a un sitio desconocido, como una dimensión superior, para entonces descubrirse allí, su propósito aún más elevado, mientras que el planeta tierra regresaba a un estado primitivo, habitado por otros nuevos seres humanos cavernarios (que solo mostraban la natural pero arcaica ansia de poder, que se presume regirá toda su historia).
En esa 'dimensión superior' el designio último del hombre es finalmente revelado, se manifiesta su capacidad de transformarse en mente pura, para luego ser parte de una única súper mente universal, siendo todos parte de lo mismo, y aquellos visitantes súper-inteligentes de forma demoniaca, simples guías del proceso, emanaciones o entidades "programadas" por la élite superior de los que lograban este salto evolutivo denominado apoteosis, del que anteriormente había sido objeto otras especies del universo, y de la misma tierra en otras humanidades remotas.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Forma Lógica

Sobre la Forma Lógica, una interpretación de Kant y Wittgenstein:

Se puede aceptar que la realidad se representa mediante el pensamiento, es decir que uno se puede formar una imagen de esta. Sin embargo para que el pensamiento pueda representar la realidad, puesto que puede no hacerlo, es necesario que la imagen comparta con la realidad cierta estructura. Para Wittgenstein esta estructura es la ‘forma lógica’ [1].

Esta forma sin embargo, fue especificada por Kant como la función lógica del juicio bajo el nombre de esquema. Lo que esto implica es que en el acto de conocer, el sujeto hace un juicio, el cual no es que halle una estructura o forma lógica que represente la realidad, sino que gracias al giro copernicano, al juzgar, el sujeto establece de hecho dicha forma lógica.

De esta manera es que se puede aceptar que la imagen comparta con la realidad una estructura, no porque haya una arquitectura fija a priori sobre la cual se pueda representar un modelo de la realidad, tal y como se puede atribuir a una teoría figurativa o pictórica del significado, como típicamente se interpreta a Wittgenstein, sino porque dicha estructura, al ser una función, se reproduce conformando el objeto de conocimiento. Esta es la noción central aquí, la función es lógica porque representa la realidad al darle forma.

Para que el pensamiento pueda representar la realidad, es necesario que los elementos que componen las proposiciones en los juicios, se relacionen entre sí, tal y como estarán dispuestos en la realidad. De manera que las proposiciones tienen significado únicamente si la imagen representa exactamente la realidad, es decir si tiene forma lógica, sino no.

Esta correspondencia entre el pensamiento en forma de proposiciones y la realidad, es además necesaria porque como se mencionó antes, el sujeto conforma su objeto de conocimiento mediante la función del juicio, en otras palabras, el sujeto es el único que hace que sea posible dicha correspondencia.

La forma lógica no es entonces un simple intermediario epistemológico entre el lenguaje –con base en proposiciones-, y el mundo, como suele interpretarse la representación según Wittgenstein, sino que la forma lógica es el mundo mismo.

Pero, ¿Cómo es que la forma lógica es el mundo? y ¿Qué implicaciones puede tener esto?

Para contestar a la primera pregunta se propone el siguiente ejercicio, el cual aclara el concepto de la forma lógica.

¿Puede ver el objeto tridimensional que aparece en esta imagen estereográfica?
Figura 1.






Así como el cerebro procesa la disparidad de las imágenes captadas binocularmente por los ojos para percibir la realidad tridimensionalmente, de la misma manera, los ojos requieren efectuar cierto procedimiento para ver la ilusión óptica de un objeto tridimensional que aparece sobre la imagen plana de un estereograma (como en la anterior, figura 1).

Dicho procedimiento en el caso del cerebro es el paralaje, el cual permite percibir la realidad tridimensionalmente. Es una función que no se advierte porque el cerebro está habituado a hacerla.

No obstante para captar la imagen del estereograma (figura 1) tridimensionalmente, es necesario aplicar (habituar) un método con los ojos. El procedimiento o función necesaria para ver el objeto tridimensionalmente es lo que se conoce como la forma lógica. En otras palabras, se podría decir que la forma lógica es la forma en que se da la forma.

Ahora imagine un texto lleno de signos que le son desconocidos, los cuales están dispuestos (aparentemente) de forma aleatoria, y trate de leer una de sus líneas, por ejemplo la siguiente:

e : q > a p 1 t n + l 1 d x = i 2 m u w o – p e s / 1 < r 3

En principio se puede afirmar que esta línea no dice nada. Sin embargo, al igual que un niño que aprende las letras por primera vez, suponga que hasta ahora solo conoce la ‘i’, la ‘o’, la ‘d’ y la ‘s’.

Entonces, lea nuevamente, ¿que dice en la línea?.

Determinar lo que dice la línea implica seguir el sentido habitual que se tiene al leer, esto es, reconocer los signos que aparecen de izquierda a derecha de manera que los que son desconocidos simplemente se omiten.

Pero, sin importar qué tan extenso sea un texto, si no conocemos los signos, omitirlos se da por defecto. En otras palabras, lo desconocido es simplemente lo que está indeterminado.

La forma lógica consiste entonces en un único procedimiento -por tanto de carácter universal-, que en potencia ofrece cualquier posibilidad, puesto que a partir de lo indeterminado, necesariamente constituye cualquier (todo) objeto particular o contingente dado en el acto de conocer.

En términos generales, la forma lógica es la manera por medio de la cual se da sentido (significado) arbitrariamente al sin-sentido (indeterminado). En el ejemplo anterior, la forma lógica es el acto de leer, el sentido es lo que dice la línea (lo leído o interpretado), y el sin-sentido es el desconocimiento o ausencia de signos que hace que el texto sea indeterminado.

Esta noción corresponde con lo que dice Derrida, “No hay nada fuera del texto”, pues el texto es simplemente todo lo que tiene significado, es decir lo que ha sido constituido, en otras palabras, lo que Kant llama fenoménico.

Ahora, si ‘nada hay fuera del texto’ es porque la forma lógica no solamente significa el mundo sino que es el mundo mismo. Pero entonces, ¿Qué implicaciones puede tener esto?

Para que la forma lógica, sea entendida como la realidad misma, debe ser consecuente con las leyes de la naturaleza, lo cual también implica que necesariamente el mundo fenoménico sea aparente. De ahí la naturaleza ilusoria del ‘velo de Maya’ que trata Schopenhauer en su obra.

Notas:

[1] Wittgenstein, L. (2014). Tractatus logico-philosophicus (Tercera Edición 2012 ed.). (J. Muñoz, & I. Reguera, Trads.) Madrid, España: Alianza Editorial, p. 62. Proposiciones 2.1. a 2.1514. En esta traducción la ‘forma lógica’ aparece como ‘forma de figuración’, y la ‘imagen’, como ‘figura’.